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CUANDO LAS VACACIONES SON UN TORMENTO

By 5 junio, 2018 No Comments

PSICOLOGA SEVILLA | Pilar Romero

Creemos que todos estamos deseando que lleguen las vacaciones y esto no siempre es así.

Para algunos las vacaciones pueden convertirse en un tormento, una fuente de frustración, ansiedad, angustia y/o tristeza.

Hay personas que viven todo el año inmersos en sus rutinas (trabajo, gimnasio, cursos…), defendiéndose así del afecto y el contacto real con los demás. Para ellos es complicado separarse de estas tareas que les aportan un reconocimiento y una seguridad personal. Cuando llegan las vacaciones se encuentran con un vacío emocional que el trabajo les llena durante el año. Son adictos al trabajo. No saben disfrutar del tiempo libre, de la improvisación y de la libertad de las vacaciones, del placer, o del contacto real con amigos y familiares, así como no pueden eludir la responsabilidad. Les cuesta los cambios, pasar de horarios y rutinas al no tenerlos, este “no tener” les parece un vacío, la nada. Otros, en cambio, se siente culpables de no tener una ocupación práctica, no se dan permiso para desconectar de las obligaciones.

Los adictos al trabajo se centran tanto en sus responsabilidades, que abandonan otras facetas importantes en el desarrollo de la vida. Utilizan el trabajo para satisfacer necesidades no cubiertas de amor. La mayoría de ellos se hacen conscientes de su situación cuando les invade la soledad y el vacío, y se arrepienten de no haber cuidado las relaciones con la familia, la pareja, los amigos y la más importante la relación con ellos mismos como personas.

Estas personas se justifican expresando que se sienten satisfechos con su profesión y que se relacionan con sus compañeros de trabajo, con sus clientes… pero eso está lejos de lo que es una relación verdadera o íntima.

Como toda dependencia, para estas personas el trabajo es lo primero, dejando a un lado otros asuntos cotidianos importantes, tales como familia, salidas, hobbies… Su identidad y lo laboral son una única cosa, están pegados, no hay diferencia. Cuando pasamos por momentos difíciles tendemos a refugiarnos en actividades que nos hagan distraer nuestra atención del problema, tales como el empleo, entre otras… pero el problema viene cuando el trabajo es el refugio del vivir. Esto acarrea dificultades en ámbitos fundamentales, como falta de conexión con la pareja, perderse momentos importantes del crecimiento de un hijo, no establecer relaciones de confianza con amigos, no desarrollar actividades lúdicas… Dejar de vivir. Con sus consabidas consecuencias desapego de los hijos, divorcio, aislamiento social, empobrecimiento personal…

Cuando llegan las vacaciones y el tiempo libre estas consecuencias se vislumbran más, porque estas personas que comento, no saben pasar tiempo con sus parejas e hijos, son ignorantes, y esto es motivo de queja de la familia, no conocen otra manera de relacionarse que la laboral.

Esta semana un paciente me comentaba que su mujer se quería divorciar, que solo le decía que era un gran trabajador, responsable y que vivían holgadamente por ello, pero ella necesitaba algo más, compañía, cariño, confidencias… En consulta estuvimos reflexionando sobre ello, esta mujer lo que demandaba al paciente es que fuese marido, padre, hombre… Él había abandonado estas facetas desde hacía tiempo, sumido en responsabilidades laborales.

Es cierto, que el trabajo reafirma y fortalece la identidad de una persona, pero no puede ser el único pilar en nuestras vidas. Ya que, también se puede afirmar, que el trabajo en exceso esconde dificultades en otras facetas, existe un conflicto interno.

Estas personas se sienten más seguras en el terreno laboral que en el personal. En las relaciones sociales se sienten incómodos. Esto puede despertar miedos y ansiedades futuras, ya que, no saben manejarse en otros contextos fuera del trabajo y las obligaciones.

Frecuentemente sufren de agotamiento, irritabilidad y una excesiva exigencia.

Es necesario, al menos diez días seguidos de vacaciones, para que nuestro cuerpo y nuestra mente sigan saludables. Hay que desconectar totalmente de la rutina diaria. El objetivo de las vacaciones es descansar y disfrutar. Cambiar de actividad durante un tiempo, relajarse y evitar el estrés que acumulamos durante el año.

No es lo mismo trabajar para vivir que vivir para trabajar.

El trabajo es el refugio de los que no tienen nada que hacer”, como diría Oscar Wilde.

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