Cuando se construye una pareja, ambos se imaginan compartiendo con el otro su mundo, toda la vida. Los dos juntos se sienten más fuertes y piensan que va a durar para siempre. Se planea juntos y no se cree que pueda haber un final. Pero a veces, todos esos planes, ilusiones y proyectos se rompen, se acaban… te das cuenta que ya no sientes nada, que la convivencia es insoportable, que existe una tercera persona, u otros tantos motivos… y entonces… la separación, la ruptura o el divorcio.
Se pierde la ilusión en una realidad que habíais creado, y surgen los inevitables sentimientos de desamparo y abandono. Es una herida en tu orgullo.
Para dejar de llorar es importante comprender por qué estamos llorando.
Aparte de la pérdida de esa pareja, hay otra pérdida mayor, de la que no se habla tanto: lo que esa persona hacía de ti. La pérdida de “Ti”. Tu identidad se rompe. Estando en relación encuentras valoración y reconocimiento, y sin tu pareja, ¿Quién eres? Tienes que empezar a construirte de nuevo. Esta es la parte más dura de la separación. Tú.
Toda separación reactiva angustia, estrés, depresión, trastornos del estado del ánimo, rabia, desordenes en la alimentación, insomnio, consumo de sustancias tóxicas…
Tras la ruptura, queda por delante un trabajo de duelo y de reconstrucción de tu autoestima, así como el trabajo del olvido. En la mayoría de los casos, se pasa de estar en pareja, a estar enganchado al recuerdo, a la idealización, al rencor… Otros se enganchan en peleas interminables con abogados, lo que retrasa tu bienestar, de esta manera, aún no eres dueño de tu vida.
Si a todo este proceso añadimos elementos como hijos, mudanzas, procesos judiciales… La recuperación se retrasa más, ya que hay más cosas que resolver. Este podría ser un próximo artículo, “los hijos divorciados”.
Rehacer tu vida es reconstruir tu propia identidad, dejar de llorar, recordar y lamentarte por lo que has perdido tras una ruptura, y no tiene por qué ser otra vez en pareja.
Pero ten paciencia, todo este sufrimiento acaba. Sé que es complicado de creer. Ya que has perdido tus referencias, estas desorientado y confuso. La temida incertidumbre. Pide ayuda profesional para poder organizarte de nuevo, que te acompañe en este desamparo, y aprender de las equivocaciones de este fracaso. Y hacer de ello, un Tú mejor, más integrado y equilibrado.
Como dice una canción de Diego El Cigala, “Me olvidé que te olvidaba”.
