La vida está llena de pérdidas. Pérdida de amores, de familiares, de inocencia, de bienes materiales, de pasado, de juventud, de belleza…
Todas estas pérdidas implican una pérdida en el yo, en la identidad. Cuando se pierde se va con ello la fuente de energía, de vitalidad y entusiasmo. Lo que provoca que, comparemos nuestro estado actual desvitalizado, de pérdida, con el que teníamos antes, y suframos por esta ausencia.
El sentimiento de identidad, depende de las actividades e interacciones con otras personas, que son las hacen que nos reconozcamos a nosotros mismos. Nuestra seguridad se apega a personas, objetos, situaciones, etapas… cuando éstas evolucionan, alteran o se pierden hay un sentimiento de extrañeza, añoramos lo que nos otorgaba ese equilibrio. Todo esto provoca que nos desquebrajemos e idealicemos aquello que hemos perdido, considerándolo excepcional.
Es primordial, que averigüemos cómo nos sosteníamos hasta ahora en la vida, para poder encontrar nuestro propio sostén de nuevo.
Ante esta nueva situación nos sentimos en peligro, se reactivan nuestros miedos y usamos el resentimiento para evitar el contacto con la realidad presente, y para justificar nuestro aislamiento. Estas fijaciones en la pérdida nos impiden ver, que fuera de este duelo, también existen objetos, personas o situaciones gratificantes y agradables.
Sí ante una pérdida, observamos que nos descompensamos, no podremos elaborar este duelo… es muy importante que pidamos ayuda profesional. Debido a que tras la etapa de tristeza, comenzaran síntomas de hostilidad, melancolía, frustración, agresividad, impulsividad, enfermedad… Y es en este instante, donde tenemos que renacer sin la compañía de ese objeto, situación o etapa perdida en el que antes nos apoyábamos.
No podemos estancarnos en la queja, tenemos que profundizar y verbalizar nuestras angustias. Así encontraremos significado a la pérdida. La superación del duelo va a estar destinada a la recuperación no de esto que perdimos, sino a volver a edificar dentro de nosotros algo valioso e independiente, que hasta ahora habíamos proyectado en algo, alguien fuera de nosotros mismos.
Las crisis son progresos. Tenemos que querernos y aceptarnos en nuestra esencia para poder sumar y enriquecernos de esta pérdida. La elaboración de duelo trata de que la persona pueda recuperar para sí las funciones que la pérdida tenia para ella. Es toda una transformación en relación con nosotros mismos y con el mundo.
