Aprovecho la cercanía de la próxima festividad de San Valentín para reflexionar sobre el nuevo tema del blog.
Enamorados de enamorarse, suelo llamar a esas personas conquistadoras o con miedo a comprometerse con sus parejas.
La primera fase del amor, el enamoramiento, es una idealización de las cualidades de la otra persona, cualidades que se adaptan a nuestros deseos. En el camino que el hombre hace para construir su identidad pierde a una mujer que quedó en el inconsciente, y que cree encontrar cuando se enamora. El hombre, al igual que la mujer, encuentra en la persona amada aquello que lo completa. Disfrazamos al amado como conviene a nuestra fantasía. Este proceso es el responsable de las decepciones que se producen cuando, después de la primera época, se empieza a descubrir en la pareja lo que nuestra mirada infantil y exigente había omitido. Cuando hablamos de enamoramiento hablamos de la única locura que es aceptada socialmente.
Valorar las cualidades de la persona amada es lo opuesto a idealizarla, se trata de reconocer sus defectos y su personalidad, y no de querer poseerla o cambiarla.
¿Puede crecer una pareja, en la que uno de sus integrantes vive en una fantasía que no existe y una realidad que no acepta? La respuesta es NO, y estas personas son a las que llamo “enamorados de enamorarse”, a los que atribuyo un alto grado de inmadurez, comportamiento infantil, inseguridad, indecisión y miedo al compromiso. Si estas personas quieren encontrar pareja no les queda más remedio que crecer. Ya que una relación de pareja no es más que un desplazamiento del mismo desarrollo personal de cada uno. Si queremos crecer, tenemos que estar dispuestos a abandonar la sensación infantil de ausencia de responsabilidades, así como el sentimiento de que los demás son los que nos cuidan o tienen la culpa de lo que nos pasa; si no seremos incapaces de amar plenamente.
El compromiso afectivo implica necesariamente una renuncia. Si se establece con alguien, en el mismo momento se pierde la posibilidad de establecerlo con otros. En estos tiempos, marcados por una fuerte tendencia a la libertad personal, un día a día frenético, un modelo de vida capitalista, con un consumismo hedonista como principal referente de la felicidad, en el que lo nuevo es lo bueno y lo antiguo se desecha, así como una apertura de las costumbres sexuales, resulta complicado comprometerse con alguien o con algo.
El temor al compromiso suele aparecer precisamente cuando la pareja se acerca a esos pasos, entonces aparece el aborto emocional, ya que estas personas no están dispuestas a cortar sus propias alas de Peter Pan, y dejar de vivir en ese mundo de ilusión y fantasía para vivir en el mundo real. Es entonces cuando Wendy, su cuidadora hasta ahora, se da cuenta que se ha contagiado de esa ilusión y ha creído que podría salvar a su Peter Pan del mundo de nunca jamás, pues ella piensa que es bueno para él y puede ayudarle, pero él quiere seguir “jugando”.
Como dice Cesare Pavese, “hay algo más triste que envejecer y es seguir siendo niño”.
